A vueltas con las piscinas

En esta época veraniega, proliferan las urbanizaciones y bloques de vecinos que poseen piscinas y espacios acuáticos donde refrescan sus días de calor. Hasta aquí todo en regla.

Con lo que no contaban estos usuarios es con la presencia de nuestros amigos. Han vuelto a aparecer.

Han utilizado tretas para entrar de válvula en piscinas ajenas, alegando siempre que pertenecían al Bajo del Bloque 4.

En esta semana han usado esta artimañana durante 3 días. Han esperado incluso a que nadie se quedara en ellas, en donde el socorrista tuvo que tomar cartas en el asunto y suplicarles que se fueran.

En la otra, plegaron sillas y las pusieron dispuestas para que una racha de viento las precipitara sobre la piscina provocando un alboroto que despertara a los vecinos.

Entre sus fechorías, jugaban a juegos de cartas (de los cuales uno de sus integrantes no tenía ni p… idea). Se han prometido estudiarse las normas de esos macabros juegos para poder perfeccionar las partidas, todo a expensas de ese integrante que desconoce las reglas y hace lo que le viene en gana.

Solo queda decir que el verano casi ha comenzado, y ya están sembrando terror en las piscinas.

Piscinas: nuevo objetivo

Ni en época de las más altas temperaturas, deja de hacer el mal esta camarilla. Lo de las mesas, vale. Porque querían tomarse unas copas. Pero lo que están haciendo ahora en todas las piscinas de su comarca, no beneficia a nadie (mucho menos a ellos mismos) y aún así, sabiéndolo, que lo saben, no aparcan sus chacotas.
Entran en los recintos a primera hora, casi siempre después de haber usado la violencia para acomodarse los primeros en la cola, y buscan acomodo en una de las mesas que esté más próxima a la piscina. Desde allí van divisando el panorama y cuando advierten que ya hay un buen guarismo de gente en el interior del agua, lanzan un conejo muerto al interior de la misma. El resultado se lo pueden imaginar. Según la normativa de piscinas y albercas públicas, cuando un niño vomita/se caga en la linfa o cae un animal muerto en la misma, deberá ser desalojada/limpiada durante una hora y media.
Pasado dicho lapso de tiempo, vuelven a tirar otro conejo muerto, con el corolario que todos sabemos. Así hasta las ocho de la tarde (hora en la que cierran todas las piscinas según la N.P.A.P.) y en períodos de hora y media. Otro conejo muerto, y otro. No paran de lanzar conejos muertos a la piscina. Nadie puede bañarse allí ese día. ¿Por qué lo hacen? Yo ando buscando explicaciones y no las encuentro. Nadie lo aclara. Nadie lo aclara y nadie pone fin a esta miscelánea sin castigo.

Mañana es Miércoles

Es unos de los días preferidos por este grupo de cobardes a los que no les tengo miedo ¿no?
Suelen reunirse en una cantina en la que dicho día de la semana cobran a tan sólo un euro el medio litro de cerveza.
Llegan tardísimo y no tardan en encontrar aposento, aunque para ello tengan que recurrir a su especialidad: liarla.
Sin ir más lejos, la última vez que se les avistó por allende, cogieron de una esquina el velador donde convergían una mujer y su primogénita de corta edad, y al grito de "¡¡vamos señora que mañana hay colegio!!" (uno de ellos dió incluso dos palmadas, ni más ni menos) balancearon hacia uno y otro lado dicho objeto metálico de cuatro patas, hasta que las hembras rehuyeron despavoridas, momento que aprovecharon para adueñarse de él.
Estamos cansados, hartos, hasta fatigados diría yo, de denunciar los hechos de esta gentuza, porque no tienen otro nombre.
Es más, no es la primera vez que se ceban con esta minoría étnica.
Un Sábado que estaban viendo un partido en una taberna familiar, obligaron a marcharse a un padre divorciado que cargaba con sus herederos, porque uno de ellos atesoraba una pequeña llantina. Las continuas frases insultantes, tales como "vamo a callá los niñoooooooo" obligaron al cabeza de familia responsable a abandonar el comercio, no pudiendo así pagar la manutención de sus vástagos.